Los padres, rara especie de aves que aprendieron a volar en una época más dura que ésta.
Hasta los 10 años decimos de los padres: el mío es el mejor del mundo.
A partir de los 15 solemos apostillar: mi padre no sabe lo que dice.
Cuando maduramos, por allá a los 25, reconocemos: tenía que haber hecho caso a mi padre.